Las rejas de mi casa fueron una premonición
de lo que un día iba a pasar en mi alma.
Mi pequeña cárcel de espantos,
de secretos espeluznantes,
olvidados en mi mente.
Aunque ahora amo mi cárcel de hielo.
Las personas se van encerrando en cárceles,
en tumbas de cemento,
matándose poco a poco unas con otras.
Pero quién diablos soy yo,
eso no interesa,
ni las serpientes que salen por mis orificios.
Hemos tenido mucha suerte de ser lapidados en vida
y que las manos sucias de las familias pudieran lavarse
como las de Poncio Pilato,
antes de la crucifixión.
Iré a crucificar a cristo otra vez junto con Genevieve.
Pero señora, amada
no tengas piedad,
no conmigo que tengo muchas fornicaciones que pagar
antes de ir al cielo que sabemos que no existe.
Mucho dolor que empezar a recoger como una barrendera
De escombros rotos, inservibles, irreparables e inevitables
esparcidos en la calle del infierno.
Amén.
1 comentario:
Muy bello. Encierra mucha verdad.
Publicar un comentario