Cada palabra estaba escrita
con dolor,
con sangre.
Y si volviese a nacer sería una vez más
la misma María Magdalena.
No tengo perfumes para tus pies
pero puedo beber tus heridas,
aún sangrantes.
La misma María Magdalena,
una vez más...
Ahora rechazaré las caricias,
mañana tal vez las suplique,
mañana tal vez sean dádivas.
La misma María Magdalena,
una vez más...
La que abrió su cuerpo,
la que escupió sus entrañas,
la que buscó el camino angosto,
esa vituperada
por los buitres.
Aquella esparcida en la acera
aún vacía,
aún entera e incompleta
tras el intercambio injusto.
La misma María Magdalena,
una vez más...
La que vine a encarnar
no sé por qué...
En mi ventana, me obsequio
me miran y se van...
Sonrío, recordando mi señora amada.
Sé que los días pasan...
Y, si es posible señor...
a parta de mí, ese tocamiento obsceno
esa crucifixión
esta poca vida.
Este amanecer entre cadenas
son sólo sutilezas innecesarias.
La misma María Magdalena
una vez más...
Antes de abrir mis labios.
una vez más...
La que vine a encarnar
no sé por qué...
En mi ventana, me obsequio
me miran y se van...
Sonrío, recordando mi señora amada.
Sé que los días pasan...
Y, si es posible señor...
a parta de mí, ese tocamiento obsceno
esa crucifixión
esta poca vida.
Este amanecer entre cadenas
son sólo sutilezas innecesarias.
La misma María Magdalena
una vez más...
Antes de abrir mis labios.
Pronto el amanecer me cubrirá
con su sombra clara
dejándome al descubierto.
Abandóname,
sé mi luz.
con su sombra clara
dejándome al descubierto.
Abandóname,
sé mi luz.