Introducción de la Autora

En este poemario, Esperanzas Prohibidas, mi primer poemario, realizo una interpretación personal del mundo emocional circunstancial que me rodea. A través de los poemas me desligo del peso de la vergüenza, al mismo tiempo que realizo un ejercicio descriptivo en el cual pretendo realizar un seudo paralelismo. La mayor parte de los poemas son Elegías Apologéticas, descripción bajo la cual deseo conceptualizar el mensaje de los poemas, siendo que estos son un canto a la vida en sus diversos estadios teniendo como protagonista idealizada a la muerte, para reivindicarla y entenderla como la sublime culminación de la existencia material que da paso a otra forma de existencia más conocida como muerte.

Aclaro a todos los lectores que esta es una parte de mi creación literaria, con respecto a POEMARIOS, sobre lo cual respeto las opiniones de toda índole, toda la critica negativa o positiva, por lo cual no serán borrados sus comentarios.
Muchas gracias por leerme,
Lesdia.

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miércoles, 31 de agosto de 2011

Delirio Nocturno



Por la noche escapo de la gente, del sonido, salgo a caminar un rato, me encuentro con la calle vacía, con la oscuridad. Me doy cuenta que me encanta estar sola, que amo las calles vacías, que amo mi complicidad con la noche, donde puedo pensar en el universo y le puedo dar vuelta, donde puedo estar conmigo en paz. Prefiero esquivar el día y junto con el, a las personas porque no las entiendo y sé que ellos tampoco a mí, vivimos en dos mundos equidistantes como en una fantástica realidad o como en una realidad fantasiosa. Prefiero huir del mundo conocido y crear el mío, impenetrable, de cristal. No veo las mañanas, se han convertido en recuerdos aquellos días. En la noche no hay preguntas, ni dilemas que absolver, soy yo y el universo, yo y mis delirios, mis cartas, mi sinceridad sin miedo, valiente, que se me escapa entre pensamientos disfrazados de poemas. No tengo que contestar nada, ni el teléfono, ni preguntas superficiales, no tengo que fingir que estoy bien, no tengo que simular el bienestar en mi rostro para que no me pregunten por qué, porque ni yo misma tengo la respuesta. En la noche vivo en libertad, en la más exquisita noche de mi vida. Soy noche, oscura, salvaje, gritando el espanto de estar viva, atrapada dentro de mi piel, que tocas y muere, que no soporta esta cárcel, que tiene que cumplir su cadena perpetua por existir, por la esperanza de vivir un poco cada día e ir muriendo un poco más.

miércoles, 24 de agosto de 2011

En la estación (Fragmento de "Cartas a Atilas")



… Después de un tiempo perdí el gusto a la comida, no podía sentir el sabor de nada, incluyendo a la vida y dos o tres pasatiempos favoritos. Me quedé viendo el amanecer como si no lo hubiese visto nunca, me llama la atención, otro día más viva. Y después de planear una y otra vez mi dulce final quedaban inconclusos mis planes, todavía no se por qué, será que a pesar de todo amo la vida, muy en el fondo, o será que tengo miedo avanzar, o será que quiero tener esperanza. No lo sé, por ahora sólo especulo con mi vida, pongo en una balanza las opciones. Aunque si lloro no sé por qué lo hago a pesar que a todos invento cosas y les digo lo que se me ocurre, en realidad no tengo la más mínima idea de por qué caen mis lágrimas surcándome los ojos como si fuesen mundos desconocidos uno al lado del otro. Todavía recuerdo el tiempo en el que recordaba por qué lloraba, ahora no, algo debió pasarme en el trayecto pero no lo puedo recordar. Creo que perdí una parte de mi en algún lugar, además he perdido la noción del tiempo, eso debe ser grave… no estoy segura de nada, excepto que estoy sentada escribiéndote esto mi querido, Atilas. Todo sucedió un poco extraño pero no me sorprende, también perdí la capacidad de sorprenderme, desapareció junto con la capacidad de creer en los demás, será porque no me importa… porque no me importa nada. Tomaré en esta estación el próximo tren que me llevará lejos, es eso o me arrojo a las vías del tren, no tengo muchas opciones, no me las doy, no me las permito, por eso tomaré el próximo tren, quiero ir a recuperar mi capacidad de creer en lo que sea, en Dios y en mí, y si existe quiero creer en él. Estoy un poco perdida pero no asustada, es como si estuviese en el limbo de los sentimientos, en medio de la gran nada, esperando el tren…

Anatema



Es la primera vez que te veo llorando y las lágrimas me parecen sangre en tus ojos, anatema.
No me dejas tocarte porque te hiero, mis manos tienen espinas con cardos.
No hay algo que te pueda curar porque todas son heridas abiertas, son marcas pétreas.
Es mejor que no grites, nadie te va a escuchar, es mejor que vayas muriendo lento.
Líbrate de este juego que Dios empezó como una broma de incomprensible mal gusto.
Silencios sobre gritos en las penumbras que cada día lloran por salir, los que cada día doblegas.
Todo va a estar bien, aunque creas que está mal, el bien se hizo para conquistarlo.
Escapa de los dogmas en subjetivos harapos, de los que elevan su voz y miran con desprecio.
Vendrá a ti la paz como en un cuento con final feliz, con mentiras y mucha falsedad.
La esperanza te esquiva por casualidad, álgida, buscandote entre escombros.
Cierra la ventana, no dejes entrar la luz ambigua, serás por siempre así como tu conjuro.
La tierra te reclama de regreso como algo suyo, como algo que le hace falta.
Silencio! Junta los labios diciendo el nombre de Dios y él te perdonará, anatema.

No tengas miedo niña



No tengas miedo niña,
la luz ya se apaga por completo,
descansa,
viene la oscuridad, niña,
el mismo diablo en versión realidad.
Descansa entre tus sueños,
aférrate al ángel de luz
y de sus manos, salta.

No tengas miedo niña,
todo es igual a la nada
que lo consume todo como el fuego
que asesina como la vida.
Desde lejos mírame callada
que conozco tus palabras antes
que el sonido se expulse de tus labios.

Ven, dame un abrazo niña de los cuentos
embriagada en partículas de seda,
en áspera realidad que se deja arrastrar
y va quedando oculta
entre secretos.
Descansa en paz, niña.

lunes, 22 de agosto de 2011

Blasfemias



Maldito ese Dios que ve morir de hambre,
que permite el dolor de inocentes,
maldito ese Dios que no nos quiere decir por qué,
el que odia, que ve la maldad y la siembra en las almas.
Maldito ese Dios que sin mirar mata,
que ríe mientras lloran las almas,
que cierra los ojos, mientras el dolor pasa rosándole las espaldas.
Él, que vive en el cielo en nubecitas de desafueros con comparsas.

Maldito ese Dios que omnipotente descansa
que impávido en su trono no nos envía angelitos.
Maldito ese Dios que me lanzó al mundo así para escribir blasfemias mientras mi alma se desangra por la sangre de Cristo sin que entienda nada.
Maldito ese Dios que prohíbe la réplica y castiga, sin permitir objeciones quebradas.
Maldito ese Dios que me desterró al abismo en esta realidad menos que apetitosa, que prohíbe las esperanzas y las deja destruidas todas.

jueves, 11 de agosto de 2011

Desde cualquier ventana como en cualquier parte del mundo.



Un lugar como cualquier otro, en el que las cosas se parecen,
tus constelaciones se unen con las mías
en áridos pensamientos.
Los silencios son los mismos
y los sonidos van quedando eternos.
El mundo se percibe igual desde cualquier ventana como en cualquier parte del mundo, desde aquí, desde allá.

Un lugar como cualquier otro, en el que las cosas se parecen,
se amanece con el mismo sol que nos vio hace mil años
mientras la luna perpleja nos queda mirando.
Se tiempla la valentía para usarla dos veces
por si volvemos a amar.
El mundo se percibe igual desde cualquier ventana como en cualquier parte del mundo, desde aquí, desde allá.

Un lugar como cualquier otro, en el que las cosas se parecen,
el tumultuoso mar es de gente
que consternada regresa a lo profundo de la tierra que la vio nacer.
Los muertos viajan en recuerdos mientras los vivos van muriendo,
el piso va girando a nuestro alrededor en la gravedad del amor.
El mundo se percibe igual desde cualquier ventana como en cualquier parte del mundo, desde aquí, desde allá.

Un lugar como cualquier otro, en el que las cosas se parecen,
me dejé ir para perderme jamás,
me resigné a la esperanza.
Ya no estoy conmigo más, desde esta ventana como lo estaría en cualquier otra, como en cualquier parte del mundo, desde aquí, desde allá.

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