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Justo ahora no me digas que miento,
dime que todas mis mentiras son verdad
que el frió no pudo acabar conmigo,
sólo me congeló el corazón
y dejé de sentir una vez más.
Eso fue inevitable
contar hasta tres,
no dejarme seducir por el silencio
enclavado entre mis labios
en mis sienes
cada vez que callo
cada vez que me traga la vida.
Y sin embargo puedo caminar todavía
puedo dar dos pasos cortitos...
Puedo seguir esperando...
mi tan ansiada señora.
A veces quiero ir a su encuentro
pero detengo mis pasos
esperando,
sin esperanzas,
o,
con esperanzas prohibidas
esperando que la vida me asesine
que me engulla en un segundo.
Eso fue inevitable,
contar hasta tres,
llegar a mi cuarto
vencida.
