Voy dejando tras mis años, esperanzas muertas
que caen haciendo sombra en los abismos de mis arrugas
entre mis ojos muertos.
Me miro en el espejo de los años y voy contando…
cuantas decepciones asolaron.
Y sigo estoico pero sin alma,
soy un paredón.
Vivo inmutado
acaeciendo tras el silencio.
No pude sobrevivir a mi,
me hice sombra.
He resignado mis adentros con ímpetu.
Se van marchitando los años
para ser añejos y bondadosos al fin.
Y aunque marchitos; intactos, recios.
Envueltos en una catarsis
convierten en intangible
la sinfonía hermosa del amor.