¡No puede ser justo que los suicidas vayan al infierno, no puede ser! ¡No lo puedo creer! ¿Por qué? ¿Quién dijo eso? ¡No lo creo! ¡No me hables de la justicia divina, no lo acepto en mi universo! En mi universo Dios es bueno, es todo y yo pertenezco a él, no puede querer que me extravíe y me vaya al infierno porque me ama. Yo creo que los que deciden por valentía propia dejar este universo presente, van al paraíso, a un lugar hermoso, lejos de todas las melancolías, de todas las lágrimas, lejos, sin recordar, muy lejos donde la tristeza no los puede alcanzar nunca más, son ángeles, tienen la gracia de Dios porque Dios ama a todos sus hijos en mi universo, les permite todos sus sueños, los ama, nunca más recuerdan de donde vinieron, ni lo que hicieron para llegar allí. Es como un sueño maravilloso, encantador, los ángeles les cantan, mientras les crecen las alas. Todo se convierte en paz, por primera vez, las flores no se marchitan nunca, el sol los abriga, contemplan a Dios, su luz; la brisa del mar los envuelve como besándolos por ser hijos del altísimo. Bienaventurados los que sufren porque de ellos será el Reino del Señor, eso dijo su hijo, yo le creo y me quiero ir con él.
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