No ha sido igual siempre porque los sonidos se convirtieron en barullos
cual peregrino de una vida amarga, ahora descansan para luego trabajar
en jornadas de horas inclementes.
Una y otra vez vuelven a ser, se transforman en una catarsis reparadora
que errante vaga por el viento del amanecer.
Han construido con manos muertas ya muchos muros
para evitar que escapen la resignación y la esperanza,
como una cárcel, como cautivas de la tristeza que roza mi cuerpo.
Podría creer que caigo y sin embargo me elevo por encima del mundo.
Una sencilla sonrisa y una lágrima adornan mi rostro después que el mundo me calló encima.
Y quise buscar un motivo para sobrevivir pero no lo encontré.
Y quise encontrar un motivo para mantenerme en pie pero caí.
Y perdiendo viví, olvidando que estaba refugiada en el silencio.
Ahora no me quedan algunos ojos a los que aferrarme, sólo me han quedado los míos
perdidos, vacíos, congelados, inanimados.
Estoy muy sola, tanto que mis gritos y mis lágrimas caen en vacío
se absorben
y como ecos de un mundo sin nadie los vuelvo a escuchar
vez tras vez.
Soy, yo, llorando...
gritando...
Implorando misericordia al Señor.
Y sino a quién?
No hay comentarios:
Publicar un comentario