Ésta es mi última carta, una carta con sabor amargo, con sabor a despedida sin pronunciar, mi carta, ahora conoceré la muerte, la bella, un salto a otro mundo que estoy ansiosa de hacer. Quiero conocerte, preciosa muerte, ven en sueños, envuélveme, no me dejes respirar, dame descanso y paz.
Llévame silenciosa, cuando cuente tres y hasta cien, llévame, envuelta en sábanas de euforia, de seda y perfume de flores. Recostada en mi almohada, desde un pequeño lugar, escondida en mi mente, donde empecé a conocerte y amarte, mi consuelo secreto, sonrisa en mis labios, sonrisa de amor. Tómame de las manos, conduce mi alma al Hades, dame libertad, dame un beso, el beso de la muerte. Ángel de Dios de muerte, te espero, ven a llevar ésta alma de ángel a flor de piel en dolor.
Caya mis labios, séllalos en un silencio sagrado para que pueda escuchar hacia dónde va mi alma, llévame a ese lugar del que nadie dice saber. Aquí estoy esperando, desde este lugar del universo donde soy un ínfimo ser añorándote.
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